Hoy estaba programada la tertulia
política en Radio Aranda, la emisora de la cadena SER en la capital de La
Ribera, precisamente en la calle Isilla, y en la que, cada tres semanas – y
agradecidos -, participa un representante de Izquierda Unida. Nadie de los
habituales, ninguno de los dos concejales, ni el “exconcejal titular” del puesto podía asistir, por lo que me encargaron
– yo, encantado – la representación. Pero el repentino anuncio de la inesperada renuncia
a su cargo de Benedicto XVI -Lo que hay que ver; dimiten todos, hasta el Papa,
menos quienes más motivos tienen para hacerlo- ha protagonizado todo el interés
informativo de la Cadena y ha ocasionado un cambio en la programación local y la suspensión de la tertulia. Esperaremos otras tres semanas.
El tema propuesto para el debate
era el civismo y las actitudes incívicas, sobre todo a raíz de las últimas
denuncias de pintadas y grafitis, deterioro – parece que intencionado – de bicicletas
del Servicio Municipal de Préstamo y de mobiliario urbano, y cuestiones
similares y, como lo tenía preparado…
Un operario de la empresa de aseo Urbano eliminando pintadas.
La costumbre en estos casos, es
criminalizar a las personas jóvenes que utilizan los servicios que se
deterioran, a quienes se sientan en los bancos públicos de forma poco ortodoxa,
a quienes realizan grafitis; casi siempre las más débiles del sistema, sin
tener en cuenta que cuando no se respetan las normas por las propias
administraciones que las dictan, es muy difícil exigir su cumplimiento a la
ciudadanía.
No pretendo hacer un llamamiento
a la insumisión y a la desobediencia civil - aunque no me falten deseos - pero cuando un ayuntamiento, como el
de Aranda, no valora su propio patrimonio ni los servicios públicos y los cede
a empresas privadas para que los exploten sin pensar en su origen y función,
sino únicamente en su beneficio económico y la administración se desentiende y
no ejerce el control que debería llevar a cabo, pierde legitimidad para exigir el
respeto que ella no ejerce. Cuando el ayuntamiento no valla sus solares y los
mantiene en estado de abandono, difícilmente puede exigir que se vallen los
solares de propiedad privada; cuando gasta millones de dinero público en
urbanizaciones que no cumplen las normas de accesibilidad, que utilizan
materiales inadecuados para la zona, que no elimina los tendidos aéreos de
cables, como obliga la propia normativa municipal, que privatiza esos espacios
públicos rehabilitados para beneficio de sectores económicos minoritarios, cuando
el mobiliario urbano no tiene el mantenimiento adecuado; cuando se tarda más de
tres meses, todo un verano, en reparar el grifo de una fuente pública en un
lugar de esparcimiento con gran presencia de menores, cuando un servicio que
pagamos toda la población – la limpieza de pintadas y grafitis – no se ejecuta
convenientemente, es muy difícil que la ciudanía se tome en serio sus
obligaciones.
Las pintadas y grafitis están
mal. Orinar en la vía pública está mal. Maltratar el mobiliario urbano está
mal. Si. Pero también está mal que las áreas peatonales estén invadidas por
vehículos – públicos y privados – que se construya sin licencia o más de lo que
ampara la misma; que los responsables de terrazas ocupen más espacio del
permitido y no mantengan limpio el entorno; que se permita a algunos
establecimientos depositar la basura en los contenedores fuera de los horarios
marcados y sin separar envases, cartón, vidrio y orgánica. Todo esto está mal; también
son conductas incívicas pero no se persiguen como las primeras y se es más
permisivo con ellas.
También son conductas incívicas el
incumplimiento de las promesas electorales, la corrupción, los recortes, el
fraude fiscal y la economía sumergida y, por cierto, a los famosos “sobres” de la cúpula popular, esta misma
mañana se ha sumado la denuncia contra el vicepresidente de la CEOE de pagos en
dinero negro a su personal, un empresario
modelo, cuya actividad principal es
la explotación de servicios en recintos e instituciones públicas. Pero claro, aunque
las normas sean iguales para toda la ciudadanía, su cumplimiento parece que no
se les exige a todos por igual.